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Hallan dos nuevas especies de caracoles invasores y potenciales transmisores de enfermedades en la isla de Margarita.

 

Durante el desarrollo de su tesis de grado titulado “INVENTARIO DE LA ICTIOFAUNA, MALACOFAUNA Y CARCINOFAUNA DECÁPODA DE LA MICROCUENCA EL CHORRO, MUNICIPIO ANTOLÍN DEL CAMPO, ISLA DE MARGARITA, VENEZUELA”, el Biólogo Marino (Escuela de Ciencias Aplicadas del Mar, Universidad de Oriente) Harry Espinoza encontró dos especies de caracoles provenientes de otras tierras, el primero de ellos, llamado Melanoides tuberculata, es originario de Malasia, aunque actualmente se le puede encontrar en Europa, Asia, África,  Centro y Suramérica. La otra especie, Helisoma duryi, proviene de Florida (EE.UU.) y actualmente está ampliamente distribuida en numerosos países, incluyendo a Venezuela, pero nunca había sido hallada en la isla de Margarita.

Melanoides tuberculata fue la especie de caracol más abundante en la microcuenca durante el estudio, llevado a cabo entre 2014 y 2015, y su predominio pareciera indicar que no solo se ha establecido en la localidad, sino que también está desplazando a las especies nativas, como ya ha ocurrido en otras localidades.

Por su parte, Helisoma duryi se cree fue introducida en el país accidentalmente hace aproximadamente 50 años y se encuentra bien establecida en gran parte de la zona norte del país. El principal medio de dispersión de estas especies está relacionado con el transporte de plantas acuáticas con fines de acuariofilia.

Al menos 37 especies de parásitos tremátodos digenéticos han sido reportadas en Melanoides tuberculata, 11 de los cuales pueden afectar también  al ser humano y lo más preocupante, sostiene el Lic. Espinoza es que muchos ejemplares fueron colectadas muy cerca de las viviendas que rodean este sistema hidrográfico en la zona media y alta, por lo cual se requiere de un programa de monitoreo y control de éstas y otras especies exóticas en la isla de Margarita, pues no solo podrían poner en peligro la salud de la población, sino que también representan un riesgo a la biodiversidad local.

Moluscos invasores encontrados en Margarita.

¿Y tu qué quieres ser, cabeza de ratón, cola de león o...?

Dentro de los organismos parásitos se observan las especies y las relaciones interespecíficas más curiosas y aberrantes de la naturaleza, un ejemplo de ello es el crustáceo parásito conocido como Ceratothoa oestroides. La sabiduría popular reza que es mejor ser cabeza de ratón que cola de león, sin embargo, este crustáceo, que pertenece a la familia Cymothoidae, ha encontrado la tercera opción ideal al dilema propuesto en el título del presente artículo, al punto, si se quiere, de volverlo un verdadero “trilema”…y ha decidido ser lengua de pez.

Los miembros de esta familia son todos organismos parásitos de peces, y entre las curiosidades de su vida se encuentra el hecho que son hermafroditas protándricos, es decir, que durante su ciclo de vida, primero pueden madurar como machos y luego convertirse en hembras funcionales, pero no todos se transformarán. Dependiendo de la especie, el primer organismo que se fije a un nuevo pez hospedador, será un macho que se transformará en hembra y perderá la capacidad de nadar, los otros parásitos de la misma especie, permanecerán como machos a la vez que mantendrán intacta su capacidad de nadar, por lo cual en cualquier momento podrán abandonar al hospedador y atacar uno nuevo, donde podrán ser machos o hembras, dependiendo si este nuevo hospedador ya estaba o no previamente infestado. En otras especies, el parásito colonizador se transformará en hembra, y los machos se fijarán a esta hembra, perdiendo todos la capacidad de nadar.

Los Cymothoidae son ectoparásitos, es decir, se encuentran en el exterior del hospedador, como las pulgas y garrapatas en los perros. Pueden vivir en la cámara branquial, en la cavidad bucal, o en la superficie del cuerpo, incluyendo las aletas. Algunos de ellos son conocidos como “muerde lengua”, como el caso de la ya mencionada especie Ceratothoa oestroides, en estos casos, el parásito devora la lengua del pez que le sirve de hospedador, y asume el rol de este órgano, llegando a convertirse prácticamente en una nueva y funcional prótesis, indispensable para la supervivencia del pez, mientras que el parásito se cobra su cuota de participación en esta relación con fluidos vitales que toma de su hospedador.

Entonces amigo lector, ¿Qué prefiere ser, cabeza de ratón, cola de león… o lengua de pez?. Si quiere conocer más acerca de esta y otras relaciones entre parásitos y sus hospedadores, y está en la isla de Margarita, puede darse una vuelta por el Centro Regional de Investigaciones Ambientales (CRIA), en Guatamare, y/o por la Escuela de Ciencias Aplicadas del Mar (ECAM), en Boca del Río, ambas de la Universidad de Oriente, donde amablemente podrán ser atendidos por mis estimados amigos y colegas, los profesores José Luis Fuentes y Arnaldo Figueredo, expertos en parasitología marina.

 

Carlos Lira

Un cardiólogo margariteño que triunfa internacionalmente

La insuficiencia cardíaca es la incapacidad del corazón de bombear sangre en los volúmenes adecuados para satisfacer las demandas del cuerpo. Es un síndrome que resulta de trastornos, que interfieren con la función cardíaca. La insuficiencia cardíaca es una enfermedad común, costosa, incapacitante y potencialmente mortal. En los países desarrollados, alrededor del 2 % de los adultos padecen este síndrome, pero la incidencia aumenta a 6-10 % en los mayores de 65 años, siendo la principal causa de hospitalización en personas mayores de 65 años.

Con la excepción de la insuficiencia cardíaca causada por condiciones reversibles, el trastorno por lo general empeora con el paso del tiempo. Aunque algunas personas sobreviven durante muchos años, la progresión de la enfermedad se asocia con una tasa de mortalidad general anual del 10 %.

Sobre todo debido a los costos de hospitalización la insuficiencia cardíaca se asocia con un alto gasto en salud, los costos se han estimado en el 2 % del presupuesto total del Servicio Nacional de Salud en el Reino Unido, y más de 35 mil millones de dólares en los Estados Unidos. La insuficiencia cardiaca se asocia con una significativa reducción de la actividad física y mental, resultando en una calidad de vida notablemente disminuida.

Son cantidades inmensas los pacientes con insuficiencia cardíaca que no pueden tener acceso a un trasplante y a un corazón artificial, pues son extremadamente costosos. Solamente se hacen en el mundo 4.000 trasplantes cardíacos, de los cuales 2.500 se hacen en los Estados Unidos y 1.500 en el resto del mundo.

Pero gracias a un cardiólogo margariteño, hay nuevas esperanzas para miles de pacientes en todo el mundo. El Dr. José E. Herrera es un cardiólogo venezolano de 62 años de edad. Desde su consultorio en Margarita, la isla que lo vio nacer, creó lo que hoy se conoce como el balón de contrapulsación, un dispositivo que busca aliviar la sobrecarga de sangre que debe soportar el corazón de pacientes con insuficiencia cardíaca. Este invento le mereció en 2015 el segundo lugar, entre 700 participantes, en el evento anual ICI 2015 (Interventional Cardiovascular Innovations) con sede en Tel Aviv, Israel.

El baloncito o catéter colocado en la vena cava, permite reducir el torrente sanguíneo en caso de hemorragias y da tiempo para que el paciente cardiaco sea sometido a tratamiento, con medicina convencional de emergencia, para lograr su progresiva recuperación, en los momentos de infartos.

Con ese triunfo el Dr. Herrera no sólo demuestra la calidad de los médicos venezolanos, sino que también pone por todo lo alto el nombre de Margarita en la esfera médica internacional.

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